La cuarta y última canción del Op. 27 de Richard Strauss (1884-1949), compuesto en 1894, se titula ¡Morgen!, y contiene características típicas del lied romántico alemán:
- Pieza vocal breve y de carácter íntimo.
- Melodía sencilla, sin ornamentaciones ni pasajes virtuosísticos propios del bel canto italiano.
- Texto en alemán con predominio del canto silábico.
- Textura de melodía acompañada.
- Forma sencilla, binaria o ternaria, que evita los desarrollos y grandes contrastes típicos de la forma sonata romántica.
En el siguiente vídeo se puede escuchar la canción y observar detalles sobre su estructura formal, armónica y temática.
La estructura básica de la canción se basa en un preludio instrumental de 15 compases que se repite con el canto (forma A A’), finalizando con un segmento con función cadencial de 8 compases y una coda, que en forma de postludio repite los primeros compases del preludio.
El preludio toma como modelo al periodo binario de 16 compases, con dos frases paralelas de 8 compases y semifrases contrastantes de 4 compases. Pero el último compás se suprime formando una sección de 15 compases. Así pues, la cuadratura típica de la música romántica se ve truncada al final, enriquecida por la entrada inesperada del canto en el compás 14. La melodía del piano asciende y desciende en cada frase de modo elegante, alcanzando el punto culminante en el compás 12.
Ejemplo 1. Primera sección A.
La textura de melodía acompañada contiene un patrón de acompañamiento basado en arpegios ascendentes, en ritmo de tresillos de corcheas, que contrasta con el ritmo variado de la melodía. Se trata de un acompañamiento heterofónico (Rosen, 1987), ya que la melodía se inicia con un arpegio ascendente con ritmo de blancas.
El canto, en sus primeros 3 compases, sirve de nexo entre la primera sección A y la segunda sección A’. Su primera nota, sol#, no pertenece a la escala de sol mayor y produce cierta sorpresa, resaltando de este modo la nota final, sol, (compás 16) y el arpegio del acorde de tónica que tiene carácter simbólico con el texto (y mañana el sol volverá a brillar).
En los primeros 4 compases de A’ el canto reproduce una melodía diferente, que se superpone al diseño melódico del piano, basada en notas repetidas, ritmo de negra con puntillo y corchea. La progresión en el canto, si-mi-la-re, evoca a la parte grave del piano de los compases 10 a 16.
Ejemplo 2. Segunda sección A’.
En los restantes compases de A’ la voz se acerca a la melodía del piano, con duplicaciones imprecisas, estilo recitado en el compás 21, o citando el diseño melódico del compás 15 en el compás 25.
Ejemplo 3. A’.
Al final de A’ se produce un breve interludio justo antes de cantar la frase: en silencio, se mirarán a los ojos.
En el pasaje cadencial, de 8 compases, se invierte la función del piano y el canto, con mayor actividad rítmica y melódica en la voz, acompañada por largos acordes disonantes, que con función de dominantes secundarios retrasan el retorno a la tónica de sol mayor. Se impone el estilo recitado del compás 21, finalizando con una pausa en el momento en que se canta: y sobre nosotros se hundirá el silencio mudo de la felicidad…
Ejemplo 4. Pasaje cadencial y coda.
Los puntos suspensivos del texto se corresponden con la semicadencia final del compás 38, y el acorde de tónica final, en segunda inversión, en forma de 6/4 consonante de la coda.
A nivel armónico y tonal, la pieza se mueve en torno a la tonalidad principal de sol mayor, pero enriquecida con numerosas dominantes secundarias que producen guiños a la menor y mi menor en A y A’, y a do mayor y si bemol mayor al final. Destacan las apoyaturas al inicio del compás y la sexta añadida (mi) que prolonga el acorde de tónica y el acorde de sexta napolitana del compás 36. Todos estos aspectos, junto con la textura tan densa y las duplicaciones imprecisas entre canto y piano, producen un ambiente sonoro típico de la música romántica de finales del siglo XIX.
Análisis de Tomás Gilabert
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